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Alertas en neurodesarrollo

janayaojeda

Actualizado: 15 ene


 

 

El desarrollo motor y neurológico infantil es un proceso complejo y único que, sin embargo, suele seguir unas pautas generales. Aunque cada persona tiene su propio ritmo, existen signos de alerta que pueden indicar la presencia de algún tipo de alteración. Reconocerlos a tiempo es fundamental para garantizar que el pequeño reciba la valoración médica y la intervención terapéutica adecuadas lo antes posible.


En esta entrada, resumimos los conceptos más importantes del tercer capítulo de #NEUROconCIENCIA, el podcast de la Fundación AISSE, en el que los fisioterapeutas Juan Anaya y Manuel J. Quintero profundizan en distintos signos de alerta, centrándose en la hipotonía y la hipertonía, en la observación de patrones de movimiento y en la interpretación de los hitos del desarrollo (cómo y cuándo se adquieren). Asimismo, hablaremos sobre la importancia de la intervención temprana y el trabajo transdisciplinar para promover un correcto abordaje.


1. Importancia de la detección precoz y de la observación sistemática


Detectar de forma temprana los posibles retrasos o alteraciones en el desarrollo infantil mejora notablemente el pronóstico. Numerosas investigaciones señalan que la plasticidad cerebral en edades tempranas permite que muchas intervenciones sean más eficaces y que, en última instancia, el menor pueda alcanzar un mayor grado de funcionalidad y autonomía (Novak et al., 2020; 2012).


La detección precoz no solo implica conocer las edades aproximadas en las que se adquieren ciertas habilidades motoras o comunicativas, sino también prestar atención a la calidad de las posturas y los movimientos que realiza la niña en su vida diaria. Así, el papel de familiares, profesores y profesionales de la salud (fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas, neuropediatras, etc.) es crucial. Cada uno de estos agentes observa a la pequeña en momentos distintos y bajo diferentes condiciones, lo que en conjunto brinda una visión mucho más completa de su desarrollo.


Por ejemplo, una pediatra puede ver brevemente al niño en la consulta, mientras que la fisioterapeuta llega a observarlo en sesiones más prolongadas, valorando su resistencia a la fatiga, su control postural en distintos momentos o la forma en la que reacciona a estímulos sensoriales concretos. Gracias a estos prismas variados, se pueden llegar a detectar pequeños indicios de trastornos del tono o de retrasos en el logro de hitos motores.


Cuando se sospecha que un niño podría estar presentando alguna señal de alerta, el siguiente paso es comunicarlo al equipo médico, ya sea al pediatra o a la especialista en neurología infantil. Esta comunicación entre profesionales garantiza que se realicen las pruebas diagnósticas oportunas y que, de confirmarse un trastorno o retraso, se inicie el abordaje terapéutico más apropiado cuanto antes.


2. El tono muscular en los primeros meses: hipotonía e hipertonía



Uno de los aspectos que más llama la atención a los profesionales y a las familias en los primeros meses de vida es el tono muscular del bebé. El tono no consiste solo en percibir al niño blando o duro; se trata de la resistencia fisiológica, de origen neural, de los músculos al estiramiento pasivo y de la forma en la que la musculatura se organiza para permitir o dificultar el movimiento.


2.1. Hipotonía


La hipotonía se caracteriza por un tono muscular bajo o una resistencia reducida al movimiento pasivo. Cuando un bebé es hipotónico, suele presentar posturas muy abiertas y aplastadas contra el plano de apoyo, como si hubiera un imán en el suelo que le impidiera despegar la cabeza, el tronco o las extremidades del sitio en el que está apoyado.

Signos clínicos más frecuentes


- Postura en rana o en libro abierto (piernas y brazos muy abiertos y apoyados contra la superficie, o tumbado boca arriba).


- Gran dificultad para elevar la cabeza estando boca abajo (decúbito prono).


- Llanto débil o poco intenso; a veces, incluso son bebés muy silenciosos que reclaman poca atención.


- Pueden tener problemas de alimentación (succión y deglución deficientes) y, a veces, también les cuesta ventilar de forma funcional, debido a la debilidad de la musculatura orofacial y torácica.


- Con frecuencia, los padres describen a estos bebés como extremadamente tranquilos, lo cual puede retrasar la detección de una posible patología, porque erróneamente se interpreta como un buen comportamiento.


La hipotonía puede ser la manifestación de trastornos muy diversos: enfermedades neuromusculares (miopatías, alteraciones de la motoneurona, etc.), patologías de origen metabólico, cardiopatías que cursan con fatiga, o trastornos genéticos. Cuando la hipotonía es global y se asocia a un retraso significativo en las adquisiciones motoras (por ejemplo, en el control de la cabeza o la sedestación), se debe comunicar de inmediato al médico especialista en pediatría para que valore la necesidad de una evaluación neurológica más completa.


2.2. Hipertonía


En el extremo opuesto, la hipertonía se define como un tono muscular excesivo. Se puede manifestar como una resistencia anormalmente alta al estiramiento pasivo del músculo y, en casos más graves, puede observarse rigidez o posturas en extensión desde etapas muy tempranas.


Diferencias entre hipertonía y estrategias de compensación


En algunos bebés, se aprecia un aumento de la resistencia al estiramiento en ciertos grupos musculares que no responde necesariamente a una lesión neurológica de base, sino que constituye una estrategia de compensación ante la falta de estabilidad en el tronco (por hipotonía axial, por ejemplo). Es habitual ver niños con tronco hipotónico que, sin embargo, reclutan de forma excesiva la musculatura de brazos o piernas para poder sostenerse. Esto puede crear la impresión de rigidez en ciertas articulaciones, sin que exista una hipertonía patológica.


Por otro lado, cuando la hipertonía es un signo neurológico, puede apuntar a lesiones de la primera motoneurona, a menudo observadas en cuadros de Parálísis Cerebral Infantil o en otras patologías genéticas y metabólicas que cursan con signos como la espasticidad.


Signos que deben llamar la atención

- Reflejos anómalos o persistentemente exagerados (Babinski, clonus, hiperreflexia).


- Posturas rígidas mantenidas (extensión de columna y de extremidades que dificulta la flexión voluntaria).


- Retraso en el control postural a pesar de un aumento constante del tono incluso, a veces, en reposo.


En ambos extremos (hipotonía o hipertonía) la clave está en la observación de la ejecución del movimiento, la postura del bebé en diferentes posiciones (boca arriba, boca abajo, en brazos) y la evolución a lo largo de las semanas y meses. A veces, ver la falta de progreso o la aparición de signos atípicos (llantos débiles, problemas de succión, reflejos exagerados o persistentes) es lo que enciende la señal de alarma, hay que valorar el contexto y todos los datos en su globalidad.



3. Variabilidad de los hitos del desarrollo: ¿qué debemos considerar?


Los llamados hitos del desarrollo (como el control cefálico, el volteo, el gateo y la marcha independiente) han sido tradicionalmente asociados a unas edades medias de adquisición. Por ejemplo, se espera que un bebé empiece a sostener la cabeza alrededor de los 3 meses, que se siente sin apoyo hacia los 6 ó 7 meses, que gatee alrededor de los 8-9 meses y que comience a caminar cerca de los 12 meses. Estos intervalos se establecen observando a grandes muestras de población infantil y reflejan la frecuencia estadísticamente más común, pero no son normas rígidas aplicables al 100% de los niños (Hadders-Algra, 2000).



3.1. La variabilidad como parte del desarrollo sano


Cada niño o niña sigue su propio ritmo y emplea soluciones motoras diferentes para enfrentarse al entorno. Algunos bebés arrastran las nalgas antes de gatear; otros no gatean nunca, sino que se desplazan rodando o reptando, y acaban pasando directamente a la bipedestación. De hecho, se han documentado numerosas formas de locomoción previas a la marcha, ninguna de las cuales, por sí sola, indica necesariamente un problema neurológico.

Lo esencial es valorar si esas formas de desplazarse resultan funcionales. Por ejemplo, una niña que no gatea pero se las ingenia para llegar a los objetos que quiere y explora su entorno de manera activa, puede mostrar un desarrollo perfectamente adecuado. En cambio, un niño que no gatea porque no es capaz de sostenerse, de levantar la cabeza o que parece frustrarse con intentos fallidos de desplazamiento, sí puede requerir valoración adicional.


3.2. Cuándo considerar que hay que consultar


Aunque la variabilidad es amplia, se suele fijar el percentil 95 como punto de corte. Esto significa que, si un niño supera claramente la edad de adquisición que cumple el 95% de la población y aún no ha alcanzado un hito, conviene hacer un seguimiento más estrecho o plantear una evaluación profesional. Por ejemplo, si la mayoría de los niños se sientan sin apoyo entre 4 y 8 meses, el percentil 95 estaría en torno a 8-9 meses. Pasados esos 9 meses, si el niño ni siquiera se acerca a la sedestación independiente, podría considerarse un signo de alerta.


Por otro lado, no debe caerse en el extremo contrario y catalogar inmediatamente de patológico cualquier hito que se retrase unas semanas. Es fundamental mirar el conjunto:


- ¿Existe además una alteración del tono (hipo/hipertonía)?


- ¿El bebé se muestra inusualmente tranquilo o irritable?


- ¿Se acompaña de dificultades en la alimentación, la respiración o la postura en general?


- ¿Presenta asimetrías muy marcadas o falta de reacción ante estímulos?


Respondiendo a estas preguntas, es más fácil entender si la variabilidad es simplemente una forma individual de desarrollarse o si existe algún problema de base (Novak et al., 2020).



4. Cooperación entre disciplinas: la clave del diagnóstico y tratamiento


La labor conjunta de fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas, neuropediatras, neuropsicólogas, pediatras y demás profesionales se vuelve imprescindible cuando existen signos de alerta, ya que cada uno tiene la posibilidad de contribuir con datos valiosos.


Cuando se trata de bebés con posibles patologías neuromusculares o metabólicas, la coordinación con medicina especializada en neurología infantil resulta fundamental para descartar enfermedades de base que requieran tratamientos farmacológicos o investigaciones más complejas. Asimismo, el ámbito educativo (maestras, orientadores) se convierte en un entorno de observación relevante, sobre todo a partir de cierta edad, cuando empiezan a aparecer destrezas relacionadas con la atención sostenida, el lenguaje y la interacción social; así como con habilidades relacionadas con el curriculum escolar, como la lectura, escritura, diferenciación entre derecha e izquierda, el cálculo...


5. Conclusiones: respetar la variabilidad, pero sin descuidar los indicios de alerta


En la práctica clínica es habitual encontrarse con la pregunta: ¿Tengo que preocuparme porque mi hijo no gatea? o ¿Por qué llora tan poco? ¿Es normal que esté tan ‘blandito’?. La respuesta siempre pasa por una observación exhaustiva y contextualizada. Como ideas finales:


1. No todos los retrasos son patológicos. La variabilidad cultural, ambiental y genética hace que cada bebé se desarrolle de forma un poco distinta.


2. La calidad y la variedad de movimientos son tan importantes como las fechas de adquisición de cada hito. Un niño que no siga el patrón clásico (reptar-gatear-ponerse de pie) puede estar perfectamente sano si logra desplazarse y relacionarse con el entorno de manera efectiva.


3. La hipotonía y la hipertonía deben vigilarse de cerca. Cuando se acompañan de otros problemas (falta de control cefálico, problemas respiratorios, rechazo de la alimentación, fatiga excesiva, etc.), pueden indicar una enfermedad oculta que merece la atención de pediatras y neuropediatras.


4. La intervención temprana es fundamental. Cuanto antes se tomen medidas (fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia, etc.), más posibilidades tiene el niño de mejorar su funcionalidad y de prevenir o minimizar complicaciones a largo plazo.


5. La comunicación entre profesionales y familiares es imprescindible. El entorno del niño (familia, escuela y profesionales sanitarios) debe estar coordinado para compartir observaciones y ofrecer la atención que el niño necesite.




Referencias recomendadas


  • Ashwal, S., Russman, B. S., Blasco, P. A., Miller, G., Sandler, A., Shevell, M., Stevenson, R., Quality Standards Subcommittee of the American Academy of Neurology, & Practice Committee of the Child Neurology Society (2004). Practice parameter: diagnostic assessment of the child with cerebral palsy: report of the Quality Standards Subcommittee of the American Academy of Neurology and the Practice Committee of the Child Neurology Society. Neurology, 62(6), 851–863. https://doi.org/10.1212/01.wnl.0000117981.35364.1b


  • Hadders-Algra M. (2000). The neuronal group selection theory: a framework to explain variation in normal motor development. Developmental medicine and child neurology, 42(8), 566–572. https://doi.org/10.1017/s0012162200001067


  • Novak, I., Morgan, C., Fahey, M., Finch-Edmondson, M., Galea, C., Hines, A., Langdon, K., Namara, M. M., Paton, M. C., Popat, H., Shore, B., Khamis, A., Stanton, E., Finemore, O. P., Tricks, A., Te Velde, A., Dark, L., Morton, N., & Badawi, N. (2020). State of the Evidence Traffic Lights 2019: Systematic Review of Interventions for Preventing and Treating Children with Cerebral Palsy. Current neurology and neuroscience reports, 20(2), 3. https://doi.org/10.1007/s11910-020-1022-z


  • Novak, I., Hines, M., Goldsmith, S., & Barclay, R. (2012). Clinical prognostic messages from a systematic review on cerebral palsy. Pediatrics, 130(5), e1285–e1312. https://doi.org/10.1542/peds.2012-0924



Nota final

La información contenida en este artículo está destinada a la divulgación y no sustituye la evaluación individualizada de un profesional. Si sospechas que tu hijo o hija podría presentar algún signo de alerta, busca orientación especializada (pediatría, neuropediatría).


En la Fundación AISSE (Granada), donde trabajamos como equipo transdisciplinar, estaríamos encantados de asesoraros y acompañaros en cualquier duda relacionada con la neurofisioterapia y el desarrollo infantil. También te animamos a seguir escuchando el podcast #NEUROconCIENCIA, donde tratamos estos y otros temas relacionados con la neurociencia clóinica, siempre desde la rigurosidad y la cercanía.


¡Gracias por leernos y por compartir el interés en el desarrollo de los más pequeños!



 

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