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NeuroHalloween I [Síndromes de Cotard, Capgras, mano alien y somatoparafrenia]

Actualizado: hace 6 días


 
 

Era la víspera de Halloween de 2024, esa noche en la que el velo entre la realidad y la fantasía parece difuminarse. Aprovechando la atmósfera de misterio y curiosidad, Paula Iglesias (neuropsicóloga) Juan Anaya (neurofisioterapeuta), se sientan frente a los micrófonos para grabar un episodio especial del podcast #NEUROconCIENCIA de la Fundación AISSE. Con ellos nos adentrarnos en los rincones más intrigantes de la neurociencia, esos que desafían nuestra comprensión y que, en ocasiones, parecen sacados de una novela de ciencia ficción.

La conversación fluyó entre asombro y buen humor mientras exploraban cuatro síndromes neurológicos que no solo son fascinantes por sus manifestaciones clínicas, sino que también nos ofrecen una ventana única al funcionamiento del cerebro humano: el Síndrome de Cotard, el Síndrome de Capgras, la Mano Alien y la Somatoparafrenia.



El Síndrome de Cotard: Convencidos de estar muertos en vida


Comenzaron hablando del Síndrome de Cotard, también conocido como el síndrome del muerto viviente. No podemos ni imaginar lo que tiene que ser despertar un día y tener la certeza absoluta de que estás muerto, de que tus órganos se pudren o de que, simplemente, han dejado de existir. Esta fue la realidad de Mademoiselle X, una paciente descrita por el neurólogo francés Jules Cotard en el siglo XIX. Esta mujer estaba tan convencida de no tener cerebro u órganos internos, por lo que dejó de comer, afirmando que los muertos no necesitan alimentarse, y lamentablemente, falleció por inanición.


Paula y Juan reflexionan sobre cómo este síndrome pone en jaque nuestra percepción más básica: la de estar vivos. Paula destacó que no se trata simplemente de una alucinación, sino de una desconexión profunda entre las áreas del encéfalo responsables de la autopercepción y las emociones. Es decir, el individuo puede percibir su entorno y su cuerpo, pero carece de esa firma emocional que nos hace sentir vivos y conectados con nosotros mismos.

Compartimos casos reales, como el de un hombre que tras un accidente de moto desarrolló este síndrome: creía estar en el infierno, atrapado en una realidad donde su cuerpo ya no le pertenecía. Su cerebro, en un intento de dar sentido a esa desconexión emocional, construyó una narrativa coherente dentro de su marco cultural y creencias.


El Proceso de zombificación en Haití


Aquí, la conversación tomó un giro aún más sorprendente. Se habla del proceso de zombificación en Haití, un fenómeno que ha inspirado numerosas historias de terror pero que tiene raíces muy reales y científicas. En ciertas regiones de Haití, existen rituales vudú donde se utiliza una mezcla de sustancias neurotóxicas, como la tetradotoxina del pez globo y el estramonio, para inducir un estado de muerte aparente en las personas. Estas sustancias pueden ralentizar tanto las funciones corporales que alguien puede ser declarado muerto y, posteriormente, "resucitado" para ser explotado en los campos de trabajo.


Se relata el caso de Clairvius Narcisse, un hombre que fue declarado muerto en 1962 y enterrado. Dieciocho años después, reapareció en su aldea afirmando haber sido convertido en zombi y esclavizado en plantaciones de azúcar. Este caso fue investigado por científicos y antropólogos, confirmando la presencia de las toxinas y dando una explicación racional a lo que antes se consideraba pura superstición.

Este ejemplo nos llevó a reflexionar sobre cómo la cultura y las creencias pueden influir en la interpretación de fenómenos neurológicos. Además, demuestra cómo sustancias que afectan al sistema nervioso pueden alterar profundamente la percepción de la realidad.



El Síndrome de la Mano Alien: Cuando tu propia mano actúa por su cuenta


Trataron luego al llamado Síndrome de la mano Alien o del Dr. Strangelove, una condición en la que una de las manos del individuo parece tener vida propia, actuando sin el control consciente de la persona. Juan recordó vívidamente un caso que atendió hace unos años en la clínica: un paciente cuya mano izquierda desabotonaba su camisa mientras la derecha intentaba abotonarla. La mano rebelde incluso escondía objetos o realizaba acciones contrarias a la voluntad del paciente, como evitar que la persona pudiera jugar a juegos de mesa al mostrar sus fichas a los contrincantes.


Paula y Juan discuten las posibles causas neuroanatómicas de este fenómeno. Una teoría apunta a lesiones en el cuerpo calloso, la estructura que conecta ambos hemisferios cerebrales. Esta desconexión puede generar que un hemisferio no tenga conocimiento de lo que hace el otro, resultando en una mano que actúa independientemente. Otra teoría sugiere que hay un fallo en la corteza motora suplementaria (SMA), responsable de la planificación y ejecución de movimientos voluntarios. Otro cuadro en el que aparece este signo tan desconcertante es la degeneración córtico-basal.


Lo más impactante es cómo estos pacientes perciben su propia extremidad como extraña, e incluso hostil. No es simplemente un tic o un movimiento involuntario; es una mano que parece tener intenciones y acciones propias. Esta condición ha inspirado películas y obras literarias, pero en la vida real representa un desafío enorme para quienes la padecen.



El Síndrome de Capgras: Cuando los seres queridos son impostores


El tercer síndrome que exploraron fue el Síndrome de Capgras, donde el individuo cree que personas cercanas han sido reemplazadas por dobles idénticos. Imaginemos la angustia de ver a un ser querido y estar convencido de que es un impostor. Paula mencionó el caso descrito por el neurólogo Vilayanur Ramachandran, donde un paciente reconocía físicamente a su padre pero afirmaba que no era realmente él.

Este síndrome nos llevó a profundizar en cómo el cerebro procesa el reconocimiento facial y emocional. La conexión entre el área fusiforme, que reconoce rostros por vía visual, y el sistema límbico, que procesa las emociones, parece estar interrumpida. Así, aunque la persona ve y reconoce las características físicas, no siente la familiaridad emocional asociada, llevando al cerebro a construir una explicación alternativa.

Discutimos experimentos donde se midió la respuesta eléctrica de la piel al mostrar imágenes de seres queridos. Los pacientes con Síndrome de Capgras no mostraban la respuesta emocional típica al ver a familiares, pero sí al escucharlos por teléfono. Esto sugiere que la vía auditiva-emocional puede estar intacta, mientras que la visual-emocional está alterada.



La Somatoparafrenia: negando partes de uno mismo


Finalmente, abordamos la Somatoparafrenia, un síndrome en el que la persona niega que una parte de su cuerpo le pertenece. Suele ocurrir en pacientes con parálisis tras un ictus. Juan recuerda a un paciente que estaba convencido de que su brazo izquierdo había sido reemplazado por el de una persona muerta. Buscaba constantemente las costuras donde, según él, le habían adherido el nuevo brazo.

Esta condición nos llevó a reflexionar sobre el lóbulo parietal y su papel en el esquema corporal y la percepción de uno mismo. La desconexión entre la percepción sensorial y la representación mental puede resultar en experiencias profundamente desestabilizadoras.



Reflexiones sobre la intersección entre emoción y movimiento


A lo largo del episodio, Paula y Juan se maravillan de cómo estos síndromes, aunque poco frecuentes, nos enseñan mucho sobre la naturaleza humana. Subrayan la importancia de la emoción en la percepción y cómo el cerebro busca constantemente dar sentido a nuestras experiencias, incluso cuando las señales son contradictorias o están alteradas.


Estos síndromes también nos recuerdan que la realidad es, en gran medida, una construcción cerebral. Nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos depende de complejas interacciones neuronales que, cuando se alteran, pueden resultar en experiencias que desafían la lógica y la razón.



Conclusión: La importancia de comprender y acompañar


Más allá de la fascinación científica, nos queda la empatía hacia quienes viven estas realidades. Juan enfatiza la necesidad de acercarnos a estos pacientes sin prejuicios, entendiendo que su sufrimiento es real y que detrás de cada síntoma hay un cerebro intentando dar sentido a su mundo.


En este especial de Neuro Halloween, más que asustar, nuestros compañeros quisieron iluminarnos. Porque, a veces, lo que parece más terrorífico es simplemente una manifestación de la increíble complejidad y maravilla del cerebro humano


 

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