El líquido cefalorraquídeo (LCR) es un fluido transparente y acuoso que circula por el sistema ventricular del encéfalo y el espacio subaracnoideo que rodea al cerebro y la médula espinal. A pesar de que se forma a partir del plasma sanguíneo, su composición es ligeramente distinta:
El 99% del LCR es agua.
La concentración de proteínas en el LCR es significativamente menor que en el plasma, facilitando el intercambio de sustancias.
La concentración de glucosa en el LCR también es menor, de hecho un aumento puede señalar la presencia de una infección.
Su pH es ligeramente más ácido.
El LCR contiene células (por ejemplo, linfocitos; pero nunca eritrocitos), proteínas como la albúmina o las globulinas (pequeñas cantidades de inmunoglobulinas) y numerosos electrolitos (más magnesio y cloro que el plasma, menos calcio y potasio).
La estabilidad en la composicion y circulación del LCR son imprescindibles para mantener las funciones encefálicas:
Es un gran amortiguador, protegiendo al sistema nervioso central de traumatismos.
Mantiene la estabilidad química del ambiente neuronal, homeostasis.
Eliminación de desechos, como productos metabólicos y toxinas.
Previene daños en el encéfalo al generar cierto efecto de flotabilidad, para que el propio peso de las estructuras no produzca daños.
Todas estas funciones se realizan a pesar de que un aulto medio tiene menos de un vaso (unos 150 ml) de LCR circulando por su sistema nervioso. Este líquido se renueva varias veces al día (unas 4 ó 5) gracias a un sistema de producción / reabsorción a partir de la sangre.
Producción y circulación
La formación del LCR se realiza en los llamados plexos coroideos, que se sitúan en los ventrículos: tanto en los laterales, como en el tercero y cuarto. Estos plexos son estructuras vasculares especializadas que filtran el LCR a partir del plasma sanguíneo, mediante un proceso activo de transporte de agua e iones. Vamos a resumir la circulación del LCR con fines docentes:
Ventrículos laterales: Aproximadamente el 70% del LCR se forma en los ventrículos laterales cerebrales, ya que contienen la mayor cantidad de plexos coroideos. Son los ventrículos más grandes, dos estructuras con forma de C, en los que podemos encontrar un asta anterior (o frontal), un asta temporal y un asta posterior (occipital), por lo que ocupan gran parte del espacio subcortical, entre el cuerpo calloso y los tálamos.
Forámenes interventriculares de Monro: Conectan los ventrículos laterales con el tercer ventrículo, por lo que son cruciales para mantener el equilibrio y la presión del líquido cefalorraquídeo (LCR).
Tercer ventrículo: Situado entre los dos tálamos, su tamaño es menor, pero está situado en la zona central del cerebro, por lo que es muy importante como regulador de presiones.
Acueducto cerebral (de Silvio): Conecta el tercer ventrículo con el cuarto ventrículo, por lo lo que recorre la parte superior del troncoencéfalo desplazándose hacia posterior.
Cuarto ventrículo: Localizado entre el troncoencéfalo y el cerebelo, posterior a la protuberancia y al bulbo. Desde aquí el LCR puede circular por varias vías:
Descender por el canal central de la médula espinal.
Agujeros de Luschka y Magendie, hacia el espacio subaracnoideo.
Espacio subaracnoideo: Rodea todo el encéfalo y la médula espinal.
Granulaciones Aracnoideas: Estas estructuras son pequeñas proyecciones de la membrana aracnoidea, por las que se reabsorbe el LCR hacia el sistema venoso, específicamente al seno sagital superior.
Haremos una descripción de las principales estructuras anatómicas adyacentes a este sistema, con el objetivo de comprender mejor las posibles alteraciones funcionales que puedan producirse en las situaciones en las que se altera esta circulación del LCR.
Ventrículos laterales
Uno en cada hemisferio cerebral, tienen tres astas que se proyectan hacia distintos lóbulos:
Porción central: Localizada el lóbulo parietal, desde la unión con el foramen interventricular de Monro hasta el atrio, por debajo del cuerpo calloso. Las estructuras más importantes con las que se relaciona son:
Superior: Cuerpo Calloso.
Inferior: Tálamo dorsal.
Medial: Septum Pellucidum.
Lateral: Cola del núcleo caudado.
Asta o cuerno anterior (frontal): Es la proyección de la porción central hacia el lóbulo frontal, a partir del foramen interventricular de Monro. De nuevo, el techo es el cuerpo calloso y el septum pellucidum es la pared medial, separando los dos ventrículos laterales. La pared lateroinferior es la cabeza del núcleo caudado.
Atrio o trígono ventricular: Es la unión entre el cuerpo y el asta temporal y occipital. Se relaciona íntimamente con el fórnix y las radiaciones ópticas. Estas radiaciones son haces de sustancia blanca que se extienden desde el núcleo geniculado lateral del tálamo hacia la corteza visual en el lóbulo occipital. El fórnix, por su parte, es una estructura que desempeña funciones cognitivas (memoria) y emocionales muy importantes, ya que conecta el hipocampo con otras áreas del cerebro, relacionándose con la memoria espacial y episódica, la navegación, el recuerdo de experiencias emocionales y la integración de diferentes tipos de información sensorial y emocional en los recuerdos.
Asta temporal (o inferior): La parte inferior de la cavidad del ventrículo lateral, se dirige hacia el lóbulo temporal a partir del atrio. Cuenta con estructuras adyacentes muy importantes:
Medial: Hipocampo, con la amígdala en su zona anterior (imprescindible para la emoción de miedo y las conductas sexuales, de lucha y huida).
Lateral: Cola del núcleo caudado.
Inferior: Giro dentado, porción hipocampal en la que se ha descrito la posibilidad de neurogénesis; muy implicado en procesos de aprendizaje explícito.
Asta occipital (o posterior): Desde el atrio, se proyecta hacia el lóbulo occipital, rodeada de sustancia blanca. Cerca encontramos el espolón calcarino y la corteza visual primaria (V1), zonas de percepción y procesamiento visual, tanto primario como secundario y terciario (forma, movimiento, color...).
Tercer ventrículo
Es una cavidad muy estrecha, vertical, situada en la línea media del diencéfalo (entre los dos tálamos). Está rodeado lateralmente por los núcleos mediales de cada tálamo y el hipotálamo, con la adhesión intertalámica interrumpiéndolo. El techo lo forman el fórnix (anteriormente) y el rodete del cuerpo calloso (posteriormente). En la pared delantera tenemos las columnas anteriores del fórnix y la comisura anterior, haz de fibras de sustancia blanca que transcurre transversalmente conectando cortezas olfatorias, las amígdalas y otras partes de los lóbulos temporales; por lo que su función es muy importante en las sensaciones de dolor, olfato, quimiorrecepción, memoria, emoción, habla, audición y conducta sexual. En cuanto a su pared posterior, encontramos la glándula pineal (secreta melatonina, regulando los ritmos biologicos de sueño y vigilia) y la comisura posterior, haz de fibras que conecta los dos hemisferios, facilitando la integración de información visual y auditiva en funciones que requieren procesamiento interhemisférico. También es importante citar que el quiasma óptico y la hipófisis se encuentran muy cercanos a la parte anterior del tercer ventrículo. Con estos límites anatómicos, la afectación de este ventrículo produce una gran cantidad de signos clínicos, que vamos a resumir con fines docentes:
Cefalea.
Náuseas y vómitos.
Alteraciones visuales: Visión borrosa, doble o pérdida del campo visual.
Confusión, letargo o inconsciencia.
Alteraciones endocrinas: Problemas de crecimiento, metabolismo y desarrollo sexual.
Disfunción autonómica: Sudoración excesiva, intolerancia al calor o frío.
Problemas de memoria y conducta: Debido a la afectación de estructuras límbicas.
Cuarto ventrículo
Tiene forma de tienda de campaña, se sitúa por detrás de la protuberancia y el bulbo raquídeo, anterior al cerebelo. Su papel es muy importante, ya que a partir de este ventrículo el LCR saldrá al espacio subaracnoideo (rodeando al encéfalo) y al canal central medular. En cuanto a su cara anterior, varios núcleos de los nervios craneales en el troncoencéfalo posterior, destacando:
Colículo facial, sobre el núcleo del VII par craneal.
Áreas vestibulares, relacionadas con los núcleos del VIII nervio craneal.
Los pedúnculos cerebelosos medio e inferior conforman las paredes laterales del ventrículo. En el techo encontramos los pedúnculos cerebelosos superiores y el nódulo del vermis cerebeloso. Otras estructuras relacionadas con el cuarto ventrículo:
Locus coeruleus (relacionado con la atención y la respuesta al estrés, dado que produce noradrenalina).
Trígonos de los pares craneales IX y X.
Óbex (relacionado con control ventilatorio y otras funciones autónomas debido a su proximidad a núcleos del par X).
Área Postrema: Conocida como el centro del vómito, es capaz de detectar toxinas en sangre y LCR.
Formación reticular: Regula el estado de alerta, sueño, función cardiovascular y ventilatoria.
A cada lado del ventrículo encontramos los orificios de Luschka, que van a las cisternas cuadrigéminas. Colocado cerca del techo, el orificio de Magendie se abre hacia la cisterna cerebelomedular (Magna). En el suelo, el LCR se dirige hacia el conducto central de la médula espinal.
Cisternas
Las cisternas son espacios en los que se acumula LCR en el espacio subaracnoideo, ya que la aracnoides y la piamadre se encuentras separadas. Entre las más importantes:
Cuadrigémina: Salida del cuarto ventrículo, se sitúa posterior al mesencéfalo, rodeada por los cuerpos cuadrigéminos (colículos superiores e inferiores), relacionados con el procesamiento implícito de la visión (superiores) y audición (inferiores).
Magna: Otra salida del cuarto ventrículo, se sitúa entre el cerebelo y la superficie dorsal del bulbo raquídeo.
Quiasmática: En íntima relación con los nervios ópticos, las cintillas ópticas y el quiasma, el circuito de Willis, el hipotálamo y el infundíbulo.
Interpeduncular: Cercana a la anterior, también se relaciona con el quiasma óptico y el infundíbulo
Prepontina: Inferior a la interpeduncular y superior a la bulbar, se localiza en la parte anterior de la protuberancia.
Pericallosa: De escaso volumen, sigue al cuerpo calloso, alrededor del polo frontal, rodilla, cuerpo y rodete.
Reabsorción a la sangre venosa
Desde el espacio subaracnoideo cerebral, el LCR fluye en las múltiples vellosidades o granulaciones aracnoideas (o de Pacchioni), pequeñas estructuras de la aracnoides cuya funcion es facilitar la absorción del líquido hacia el sistema venoso, función imprescindible para regular la presión intracraneal. La mayor parte de esta absorción se produce en el gran seno venoso sagital del cerebro.
Conclusión:
Conocer la circulación del líquido cefalorraquídeo es muy importante en neurociencia clínica, ya que existen multitud de procesos que generan cambios en la presión intracraneal, provocando una gran variedad de signos clínicos que pueden comprometer la vida de la persona afectada. En otras entradas del #VaDeNeuro trataremos específicamente sobre la hiperpresión intracraneal y procesos relacionados. Un primer acercamiento anatómico, como el de esta entrada, facilita la comprensión de las distintas alteraciones que nos encontramos día a día en clínica.
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