HIPEREXTENSIÓN DE RODILLA EN ICTUS
- janayaojeda
- 15 mar
- 15 Min. de lectura
Actualizado: 22 mar
Capítulo del podcast de la Fundación AISSE sobre hiperextensión de rodilla en Spotify

A continuación se presenta una entrada que integra y amplía los puntos principales surgidos en la conversación del podcast #VaDeNeuro de la Fundación AISSE, moderado por el neurofisioterapeuta Juan Anaya Ojeda, acerca de la hiperextensión de rodilla (genu recurvatum) en el ictus, enfatizando el abordaje transdisciplinar y la complejidad inherente a la práctica clínica.
Introducción y relevancia clínica
La hiperextensión de rodilla, también llamada genu recurvatum, se define como el desplazamiento excesivo de la rodilla hacia atrás (más allá de la extensión fisiológica, habitualmente por encima de los 5-10° negativos) cuando el miembro inferior sostiene peso. En el contexto de un ictus, este fenómeno puede observarse con frecuencia debido a múltiples factores de origen neuromuscular, sensitivo, biomecánico o cognitivo. En el paciente neurológico adulto, particularmente en el ictus, su prevalencia se sitúa entre el 40-68% según diversas publicaciones.
Durante el episodio de podcast se resaltó la dificultad de atribuir una causa única a la hiperextensión de rodilla, ya que rara vez responde a un factor aislado (por ejemplo, cuádriceps débil o espasticidad de gemelos-soleo). Más bien, el sistema nervioso central, ante el daño producido por el ictus, busca soluciones que le permitan caminar, usando las estrategias que permiten los sistemas remanentes, aunque se comprometa la biomecánica normal a largo plazo.
Importancia en la práctica clínica:
Dolor y degeneración articular: La hiperextensión repetida somete a los ligamentos posteriores y a la región retropatelar a fuerzas anómalas que pueden causar dolor crónico y procesos degenerativos a medio-largo plazo.
Inestabilidad y riesgo de caída: Un genu recurvatum que genera un bloqueo brusco puede desestabilizar el tronco y dificultar la respuesta de equilibrio, sobre todo en pacientes con hemiparesia grave o con déficits atencionales.
Afectación de la marcha y la participación: La hiperextensión de rodilla altera el desplazamiento del centro de masa, limitando la velocidad de marcha y aumentando el costo energético. Además, puede reducir la participación del lado afecto durante actividades de la vida diaria.
Análisis biomecánico básico: la fuerza de reacción del suelo (FRS)
Uno de los conceptos claves expuestos en el podcast es la fuerza de reacción del suelo (FRS) (Ground Reaction Force, GRF):
Magnitud: Hace referencia al soporte directo del peso corporal y puede verse reducida en el miembro inferior más afectado por debilidad, miedo a la carga o estrategias de protección.
Dirección: Guarda relación con el momento angular que dicha fuerza ejerce sobre las articulaciones. Cuando la FRS pasa por delante de la rodilla en fases de la marcha donde debería pasar por detrás, se produce la hiperextensión.
Fases de la marcha implicadas
Aunque sea insuficiente para explicar un aspecto tan multifactorial y complejo como la hiperextensión de rodilla tras ictus, no podemos olvidar el análisis biomecánico básico de las fases de la marcha:
Contacto inicial y respuesta a la carga: El tobillo se ubica en flexión plantar ligera, la rodilla debería controlar su flexión de forma excéntrica (cuádriceps) para absorber impacto, y la cadera está flexionada.
Apoyo medio: Aquí la tibia se anterioriza, el tobillo avanza en flexión dorsal y la rodilla busca una ligera flexión.
Apoyo terminal: El centro de masas progresa hacia delante; si la tibia no avanza (por restricción de flexión dorsal o déficit de control motor), la rodilla tiende a bloquearse en extensión, la FRS se proyecta por delante de la rodilla.
Preoscilación: El despegue del talón inicia la fase de oscilación, usando el disparo del psoas para flexionar la rodilla por inercia.
En las personas con hemiparesia, la limitación en la flexión dorsal (por espasticidad o retracción del tríceps sural, por ejemplo) o la debilidad de los flexores plantares (que impide un control excéntrico eficaz de la tibia) constituyen factores muy comunes en la aparición de la hiperextensión.
Bases fisiopatológicas: un fenómeno multifactorial
En la conversación se subrayó la gran variedad de explicaciones clásicas de tipo biomecánico puro, muchas de las cuales entran en contradicción (el cuádriceps puede considerarse tanto demasiado fuerte como demasiado débil...). Sin embargo, los clínicos coinciden en que la hiperextensión de rodilla tras un ictus responde a una estrategia de estabilización del organismo, especialmente en fase de carga monopodal sobre el miembro afecto. Entre los factores subyacentes más comunes se incluyen:
Déficit de control motor, reclutamiento o fuerza de la musculatura antigravitatoria en bipedestacón (glúteo mayor, cuádriceps, flexores dorsales del tobillo...): La persona, al no contar con suficiente fuerza o control en el momento de recibir la carga, bloquea la rodilla hacia atrás para evitar el colapso en flexión y usa los elementos posteriores no contráctiles para estabilizar la rodilla.
Coactivación excesiva de recto femoral o vasto lateral con los flexores de rodilla, dificultando el movimiento
Fusión o reducción de las sinergias musculares que, tras la lesión neurológica, obliga a la activación simultánea de grupos extensores y flexores impidiendo un control preciso del movimiento. Tras un ictus, se observa a menudo que las sinergias motoras se unen o se vuelven menos específicas. Esta menor diferenciación funcional de las sinergias conlleva:
Coactivación prolongada de la musculatura extensora de rodilla en momentos en que debería inhibirse.
Desfase temporal en la activación de flexores dorsales y flexores de rodilla (timing), dificultando la fase de oscilación.
Debilidad de flexores plantares: Sorprendentemente, la falta de empuje, propulsión o estabilización distal puede favorecer el encaje de la rodilla en hiperextensión durante la fase de apoyo medio. Los gemelos (parece que más que el sóleo) juega un papel clave en:
Generar un impulso que ayude a la pierna a despegar y, con ello, facilitar la flexión pasiva de la rodilla.
Contribuir a la flexión de rodilla de forma indirecta, gracias a la inserción de los gemelos en el fémur.
Cuando este push-off está disminuido, el fémur no avanza y la rodilla permanece extendida, generando el patrón de stiff-knee. Esto choca con los enfoques clásicos jerárquicos que defendian la inhibición de la musculatura posterior.
Espasticidad o hiperreactividad: El aumento de tono en tríceps sural o en el propio cuádriceps (según el fenotipo) puede inducir o favorecer el recurvatum; no obstante, la espasticidad por sí sola no explica la mayoría de los casos, a pesar de ser la explicación más frecuentes en enfoques de corte jerárquico. La hipertonía del tríceps sural puede limitar la flexión dorsal del tobillo, impidiendo la anteriorización de la tibia y forzando un vector de FRS que pasa por delante de la rodilla.
Déficit sensitivo-propioceptivo: Una alteración de la propiocepción dificulta que la persona perciba con claridad la posición de la rodilla, contribuyendo a patrones de bloqueo para buscar seguridad y facilitar la gestión disminuyendo grados de libertad.
Factores cognitivos y atencionales: Lesiones que comprometen la atención, la planificación motora o la conciencia corporal (por ejemplo, ictus en áreas parietales derechas con heminegligencia) pueden exacerbar el uso de estrategias que fijen la rodilla en extensión, para simplificar la geóstin del movimiento.
Miedo a la caída y carga excesiva en el hemicuerpo menos afectado: Con frecuencia, el paciente carga en exceso sobre la extremidad menos afecta (evitando echar peso en la más afectada), y cuando no queda más remedio que sostenerse sobre la extremidad dañada, esta recurre al genu recurvatum como estrategia rápida de estabilidad..
En síntesis, la hiperextensión de rodilla no es un problema exclusivamente local de la rodilla, sino una consecuencia de la reorganización postural que el cuerpo realiza para no colapsar o para suplir la falta de control.
Evaluación transdisciplinar:
Exploración fisioterapéutica
Análisis observacional de la marcha: Determinación de en qué fase se produce la hiperextensión (generalmente en la fase de apoyo medio) y si va acompañada de estrategias de cadera, tronco o tobillo. (protocolo del Rancho Los Amigos, por ejemplo). La grabación en vídeo (plano sagital) puede ayudar a definir en qué momento ocurre la hiperextensión y bajo qué circunstancias (velocidad, dirección de la marcha, superficies...). Esta observación se complementa con:
Goniometría dinámica (electrogoniómetros o análisis 2D/3D).
Registro de la FRS con plataformas de fuerza o plantillas instrumentadas que midan la línea de acción.
Electromiografía (EMG) para determinar el patrón de reclutamiento de cuadríceps, isquiotibiales y tríceps sural.
Valoración muscular y de tono: Pese a la complejidad, sigue siendo esencial evaluar la fuerza en modalidad voluntaria, la presencia de sinergias alteradas y la hiperresistencia al estiramiento pasivo de origen neural.
Análisis del equilibrio y la carga: Pruebas de estabilometría o de plataformas que cuantifiquen qué porcentaje de peso asume cada pierna.
Uso de baterías clínicas y funcionales:
Test de marcha (10-Meter Walk Test, 6-Minute Walk Test).
Valoración del equilibrio (Berg Balance Scale).
Índice de rigidez de rodilla de Goldberg (Knee Stiffness Index): Cuantifica la amplitud de flexión de rodilla durante la fase de oscilación.
Clasificaciones fenotípicas (Chantrain et al., 2022): Proponen subtipos de marcha con rodilla rígida (leve, moderada, severa) según el grado de flexión y la presencia de estrategias que limitan la función:
Fenotipo leve (UKG: Unbend Knee Gait): La rodilla no se flexiona todo lo que debería (está menos doblada durante la oscilación que la otra), pero aún supera los 20/30° de flexión. Este fenotipo indica que el control motor, aun siendo deficitario, conserva una reserva funcional. El tratamiento se enfoca en optimizar la propulsión y la coordinación, y a menudo se obtienen buenos progresos con abordajes de reeducación de la marcha. Es decir, en esta fase no llega a conseguirse una flexión completa, pero se ve con claridad que la rodilla sí se dobla durante la oscilación:
El paciente logra levantar el pie del suelo sin precisar grandes maniobras.
Pueden aparecer pequeñas compensaciones (por ejemplo, rotación externa de la pierna o ligera elevación de cadera), pero no suelen ser muy marcadas.
En muchos casos, si se ofrecen indicaciones o se trabajan ejercicios específicos, se puede mejorar la amplitud de flexión.
Fenotipo moderado (BKG): Aparece un frenado o interrupción parcial en la flexión de la rodilla, produciendo el llamado doble pico. La rodilla comienza a flexionarse pero se bloquea o se detiene a mitad de camino, y luego retoma la flexión (si bien de forma insuficiente). Es el fenotipo donde más se aprecia la necesidad de un razonamiento basado en biomecánica y en control motor. Puede haber hiperactividad del cuádriceps, déficit de propulsión distal, o ambas cosas. Los resultados con toxina botulínica en el recto femoral dependen mucho de la causa principal y del momento de la marcha en que se produce ese frenado. Como resumen:
Se observan compensaciones más evidentes, por ejemplo, elevación de cadera (hip hiking) o circunducción para que el pie no arrastre.
El movimiento de flexión de rodilla es irregular, con una pausa clara cuando debería progresar hacia la flexión máxima.
Con frecuencia se relaciona con coactivaciones excesivas (por ejemplo, vasto lateral o recto femoral) o con carencia de impulso distal en el tobillo, de modo que la rodilla no termina de liberarse por falta de inercia.
Fenotipo severo (FLG: Frozen Leg Gait): El grado de flexión de rodilla es muy bajo (a menudo <10°) y la pierna avanza prácticamente en bloque. Implica gran dificultad funcional para la persona y un pronóstico de marcha más complejo. El abordaje fisioterapéutico puede orientarse a compensar y prevenir caídas, o a intentar desbloquear algunos grados de flexión trabajando activación del gastrocnemio, potenciación selectiva y estrategias globales de desfusión de sinergias, aunque no siempre se consiguen avances significativos. Como resumen:
No se alcanza una flexión apreciable de la rodilla; se ve una pierna rígida que arrastra o requiere estrategias muy marcadas (movimiento de tronco, puntillas en el otro pie, etc.).
Alta probabilidad de que exista una fusión significativa de sinergias (menos diferenciación motora) o una gran debilidad distal que imposibilita generar inercia.
Desde la perspectiva clínica, suele coexistir con otros problemas severos (por ejemplo, espasticidad global, falta de control de cadera, déficits cognitivos).
Javier Sánchez Aguilar, en el podcast Hemispherics, explica muchos de estos conceptos de forma brillante en estos dos capítulos, que os recomendamos encarecidamente
Perspectiva de terapia ocupacional
Implicaciones para la marcha funcional: La terapeuta ocupacional valora cómo el recurvatum limita los desplazamientos en el hogar y las actividades básicas o instrumentales de la vida diaria.
Adaptaciones del entorno y ayudas técnicas: Se decide si es apropiado usar bastones, andadores, ortesis o si conviene modificar alturas de sillas, barandillas y otras ayudas que mejoren la seguridad.
Aporte de neurología y psicología
Neurología y Rehabilitación: Ajuste farmacológico en caso de espasticidad y colaboración para descartar complicaciones asociadas (por ejemplo, lesiones articulares, dolor). A menudo se infiltra toxina botulínica en el tríceps sural para reducir el equino o la retracción del tobillo, favoreciendo la dorsiflexión durante el apoyo y disminuyendo el bloqueo de rodilla. Sin embargo, no elimina por sí sola la hiperextensión y requiere combinarse con ejercicio terapéutico.
Psicología: Evaluación del miedo a la caída, adherencia al tratamiento, trastornos atencionales y diseño de estrategias que reduzcan la ansiedad y faciliten la participación activa.
Intervenciones y evidencia actual
En el podcast se hizo mención a distintas aproximaciones de tratamiento, así como a la limitada evidencia de ciertas técnicas cuando se aplican de forma aislada y la necesidad de personalizar el manejo según el fenotipo de hiperextensión.
Control voluntario y reentrenamiento propioceptivo
Varios estudios (revisiones con heterogeneidad alta) analizan técnicas de tipo dobla la rodilla al caminar de forma consciente o de tipo merodear / agazaparse (mantener un desbloqueo leve de la rodilla en carga). El hallazgo común es que:
A corto plazo, mientras la persona presta atención y monitoriza de forma consciente la actividad, disminuye la hiperextensión.
No existe un efecto claro en la velocidad de la marcha ni en la función a largo plazo.
La sobrecarga atencional interfiere con la automatización, de modo que el paciente no integra el patrón rodilla flexionada al caminar en la vida diaria.
Trabajo con órtesis
Se ha propuesto el uso de rodilleras, férulas anti-hiperextensión o incluso ortesis de tobillo-pie (AFO) con el fin de alinear la rodilla y limitar su movimiento hacia la extensión excesiva. Aunque pueden resultar útiles para:
Proteger estructuras ligamentarias.
Aportar estabilidad en casos de debilidad importante.
Además de las AFOs, a menudo se usan:
KAFO (Knee-Ankle-Foot Orthosis): Una opción más restrictiva para hiperextensiones graves (>20°), cuando las AFO no bastan o existe un gran déficit del cuádriceps. Aporta estabilidad extra a la rodilla, pero su uso prolongado puede penalizar la propulsión y la comodidad.
Rodilleras específicas (Swedish Knee Cage...): Bloquean la extensión excesiva, pero sin vigilar el tobillo se pierde parte del control global.
Los principales problemas que se reportan son: aumento del costo energético, limitación de la propulsión del tobillo y menor flexibilidad del patrón de marcha. Además, no todas las órtesis tienen un objetivo dinámico claro; algunas bloquean en exceso y pueden agravar la necesidad de monitorización consciente. Sin embargo, como se refiere en esta entrada el uso de AFOs está muy indicada en el tratamiento de miembro inferior.
Electroestimulación funcional (FES) y robótica
El uso de FES o dispositivos robóticos (cinta con descarga parcial de peso, exoesqueletos...) puede proporcionar:
Retroalimentación sensoriomotora: Ayuda a reclutar grupos musculares en el momento preciso, fomentando patrones más sincronizados.
Repetición intensiva y control de variables: Permite muchos ensayos de marcha con menor riesgo de fatiga o caídas.
Sin embargo, la evidencia, aun siendo prometedora, revela que el efecto aislado sobre la hiperextensión de rodilla es heterogéneo, necesitando combinarse con estrategias globales de control de la marcha.
Reentrenamiento de la marcha y control motor
Feedback visual o auditivo (electrogoniómetro, puntero láser, EMG de superficie...): El paciente recibe información en tiempo real sobre cuándo aparece la hiperextensión para ajustar conscientemente su rodilla. Útil como fase transitoria; a largo plazo, la marcha debe automatizarse.
Trabajos de fuerza en cadena cinética cerrada (sentadillas parciales, apoyo monopodal...): Centrado en mejorar el control excéntrico de la rodilla (cuádriceps–isquiotibiales) y la flexión dorsal del tobillo.
Ejercicios de flexibilidad y movilizaciones para incrementar la dorsiflexión (por ejemplo, tipo Mulligan en bipedestación) y aligerar la restricción que empuja la rodilla hacia atrás.
Entrenamiento intensivo del paso: Progresiones de variabilidad de la marcha, subidas y bajadas de escalón, cambios de dirección y velocidad... Pone a prueba el control de la rodilla sin recurrir al bloqueo extensor.
Prevención y manejo en fase temprana
Un tema recurrente en el podcast fue la importancia de la intervención temprana. Varios de los contertulios enfatizaron que la fase aguda o subaguda del ictus presenta una plasticidad mayor, donde la rodilla no está fijada desde el punto de vista estructural, por lo que se recomienda:
Iniciar carga precoz supervisada: Evitar periodos prolongados de encamamiento y movilización pasiva sin bipedestación.
Entrenar la distribución de pesos: Favorecer que el paciente practique la carga progresiva en el miembro afecto, minimizando la tendencia a hiperextender la rodilla para compensar inestabilidades.
Ejercicios de propulsión y trabajo de tronco: La marcha adaptada se basa en una transferencia de pesos fluida y un control postural del tronco. Si el tronco no colabora o el tobillo está inactivo, la rodilla tenderá a bloquearse en hiperextensión.
El abordaje en agudo, con objetivos razonables y la dosificación adecuada, parece crucial para evitar que la hiperextensión de rodilla se consolide como estrategia principal de marcha.
Conclusiones y perspectivas
La conversación detalla la enorme complejidad que rodea a la hiperextensión de rodilla en el ictus. Cada persona puede presentar mecanismos distintos (desde la hipertonía y el déficit sensitivo, hasta problemas cognitivos o déficits de fuerza) que, en conjunto, conducen al genu recurvatum. La hiperextensión de rodilla en el paciente neurológico adulto (con el ictus como paradigma) constituye un fenómeno complejo, donde la rodilla se bloquea para suplir déficits de control motor, fuerza o propiocepción. Aunque tradicionalmente se han catalogado causas (debilidad del cuádriceps, espasticidad del tríceps sural...), hoy se entiende mejor como una estrategia multifactorial que estabiliza a costa de sobrecargar estructuras capsuloligamentosas y penalizar la marcha.
Para su manejo en neurociencia clínica, resulta crítico:
Evaluar globalmente al paciente, identificando déficit primario y estrategias secundarias. No existe una causa universal que justifique la hiperextensión de rodilla post-ictus. El abordaje debe ser individualizado y multifactorial.
Las intervenciones con foco exclusivamente biomecánico (o únicamente cortical/volitivo) ofrecen resultados limitados a largo plazo.
La intervención temprana, en fases en las que la neuroplasticidad puede ser más intensa, previene el desarrollo de fenotipos más complejos de manejar.
Combinar intervenciones (farmacológicas, ortésicas y de rehabilitación) en función del fenotipo de hiperextensión y de la fase de la lesión (aguda, subaguda o crónica).
El rol de las órtesis debe ser cuidadosamente ponderado, valorando costes/beneficios sobre la marcha funcional y la comodidad del paciente. El uso de férulas en miembro inferior puede ser una herramienta potente para mejorar la estabilidad, distancia, o adaptabilidad.
Buscar un equilibrio entre la corrección biomecánica y la funcionalidad real, atendiendo siempre a la seguridad y a los objetivos personales de la persona.
Favorecer la dorsiflexión y la propulsión del tobillo si existe potencial motor, minimizando que la rodilla se convierta en un mero punto de bloqueo.
La investigación futura requerirá subclasificar fenotipos de hiperextensión y examinar de forma sistemática cómo influyen variables de fuerza, propiocepción, control cognitivo y espasticidad, con un abordaje integrador y transdisciplinar.
La hiperextensión de rodilla en el ictus no debe verse únicamente como un vicio o un error biomecánico, sino como la respuesta de un sistema nervioso reorganizándose tras un daño cerebral. Aunque no siempre puede eliminarse, la clave está en entender su origen multifactorial, analizar el fenotipo concreto de cada persona e intervenir de forma personalizada y temprana. El objetivo trasciende la mera corrección estética: se busca optimizar la marcha, prevenir dolor crónico y, sobre todo, mantener la participación activa de la persona en su entorno. De ahí que la integración de fisioterapia, terapia ocupacional, neurología, psicología, rehabilitación y logopedia sea esencial para abordar con éxito las peculiaridades de este signo.
Referencias
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