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EL CEREBRO ES UN CABRÓN

Episodio 143 del podcast de la Fundación AISSE en YouTube, con Paula Iglesias y Aarón del Olmo

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El título provocador del libro de Aarón del Olmo, El cerebro es un cabrón, da pie a una conversación profunda sobre cómo la neuropsicología clínica puede ir más allá de una visión mecanicista del cerebro y adentrarse en los terrenos de la experiencia vivida, el sufrimiento y la identidad. A lo largo del capítulo, se abordan temas centrales para la práctica clínica contemporánea: la integración de lo psicológico y lo neurológico, la escucha activa en el entorno terapéutico, el papel de la autoconciencia en la enfermedad, y la crítica a los excesos de las explicaciones puramente neurobiológicas. La conversación se sitúa así en la intersección entre la clínica, la literatura y la ética del cuidado.


El relato detrás del síntoma: una neuropsicología narrativa


Una de las ideas centrales del capítulo es la necesidad de adoptar una mirada narrativa del daño cerebral, entendiendo que cada paciente no solo sufre un trastorno neurológico, sino que lo vive desde un marco biográfico e identitario. Aarón Del Olmo (neuropsicólogo clínico con años de experiencia en rehabilitación) subraya que la neuropsicología ha tendido a centrarse en los déficits, pero a menudo ha descuidado los significados que el paciente atribuye a esos déficits:

No es lo mismo tener una hemianopsia y ser pintor que tenerla y ser contable. Lo que se pierde no es solo función: es mundo. (del Olmo, citado en el pódcast).

Esta perspectiva entronca con las propuestas de la neuropsicología humanista y crítica, representada por autores como Barbara Wilson o Yaakov Stern, que reclaman un enfoque más centrado en la persona. Además, conecta con el paradigma de la terapia basada en la participación y el modelo del funcionamiento propuesto por la CIF (OMS, 2001), donde el entorno, los valores del paciente y su historia vital son clave en la recuperación.

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El papel del terapeuta como testigo del sufrimiento


Uno de los pasajes más potentes de la entrevista es aquel en el que se aborda el rol del terapeuta no solo como evaluador o reeducador, sino como testigo del sufrimiento subjetivo. La escucha se convierte aquí en un acto terapéutico en sí mismo, más allá de cualquier técnica cognitiva:

A veces el paciente lo que necesita no es que le digas qué test le ha salido bajo, sino que lo mires con verdad.

Este punto invita a reflexionar sobre la ética de la presencia clínica: en un mundo dominado por los protocolos y los manuales, el gesto de detenerse a mirar al paciente, de sostener su relato sin corregirlo o interrumpirlo, se convierte en una forma de cuidado radical.

Desde la perspectiva de la psicología clínica y la neuropsicología contemporánea, esto resuena con las propuestas de la psicoterapia basada en la compasión  y la neuropsicoterapia relacional, en las que la alianza terapéutica es tan relevante como la técnica.


Entre lo cognitivo y lo emocional: una falsa dicotomía


En la conversación también se desmonta la clásica separación entre funciones cognitivas y emocionales, mostrando cómo el daño cerebral afecta a ambas dimensiones de manera indisociable. Paula Iglesias y Aarón del Olmo coinciden en que esta división ha empobrecido la práctica clínica y que es más adecuado hablar de funciones integradas, donde atención, emoción, lenguaje y conciencia se entrelazan.

Este enfoque es coherente con hallazgos recientes en neurociencia, que muestran que las emociones son procesos cerebrales distribuidos que participan activamente en tareas cognitivas, y que no existe una mente fría separada de lo emocional. Esta integración tiene implicaciones directas para la terapia: no se puede entrenar la memoria sin considerar el estado anímico ni abordar la función ejecutiva sin tener en cuenta el entorno afectivo del paciente.


El daño invisible: cuando no se ve, pero duele


Uno de los temas más emocionales del capítulo es la referencia al daño cerebral invisible, como el secundario a traumatismos leves, encefalitis, o incluso a procesos funcionales. Aarón señala que estos pacientes son doblemente vulnerables: sufren secuelas reales, pero al no ser visibles en una resonancia estructural o en un informe médico, su sufrimiento se ve cuestionado.

Lo más difícil para el paciente no es tener daño, sino que nadie lo valide.

Este fenómeno ha sido ampliamente documentado en la literatura sobre trastornos neurológicos funcionales, donde se describe cómo la falta de reconocimiento puede amplificar el malestar. Además, se relaciona con los procesos de estigmatización, medical gaslighting y alexitimia secundaria al daño frontal o insular.

Desde el punto de vista de la intervención transdisciplinar, este tipo de pacientes requiere una evaluación detallada, sensible a los matices, y un trabajo en equipo que incluya fisioterapeutas, psicólogos, logopedas, terapeutas ocupacionales... todos ellos capacitados para leer entre líneas lo que los test no captan.


El cerebro como frontera: límites del reduccionismo


El título del libro puede interpretarse, en última instancia, como una provocación epistemológica: nos invita a dudar del cerebro como explicación suficiente del comportamiento. En este sentido, Aarón no niega la importancia del sustrato neurológico, pero sí advierte contra un neurocentrismo radical, en el que todo se reduce a neurotransmisores, conectoma o alteraciones frontales.

Esta crítica no es nueva, pero sí urgente. Ya desde los años 90, autores como Sacks, Damasio o LeDoux advertían del riesgo de cosificar al sujeto. La neuropsicología crítica actual retoma esta alerta para reivindicar un enfoque transdisciplinar, donde lo cultural, lo social y lo existencial ocupen el lugar que les corresponde.


Terapia, metáfora y literatura: otros lenguajes para curar


La entrevista cierra con una reflexión sobre el uso de la metáfora como herramienta terapéutica. El propio título del libro, deliberadamente provocador, es una forma de abrir grietas en el discurso biomédico tradicional. La metáfora, el humor, la paradoja, permiten acceder a zonas del sufrimiento que escapan al lenguaje técnico. Como apunta Aarón:

A veces, la metáfora llega donde el test no entra.

Este enfoque conecta con propuestas como la de la medicina narrativa, que propone incluir el relato, la poesía, la ficción y el lenguaje simbólico como parte del arsenal clínico. También recuerda la tradición hermenéutica de la psicología, donde lo importante no es solo describir un síntoma, sino comprenderlo en su contexto.


Conclusión: hacia una clínica más humana, más crítica, más real


El capítulo 143 del pódcast #VaDeNeuro no solo presenta un libro; presenta una forma de estar en la clínica. Frente al diagnóstico frío, propone la presencia cálida; frente al tecnicismo, la mirada narrativa; frente a la omnipotencia del cerebro, la vulnerabilidad del sujeto.

Para los profesionales de la salud, especialmente aquellos que trabajan en neurorehabilitación, este enfoque es un recordatorio de que el paciente es siempre más que su lesión, que la historia clínica es también una historia de vida, y que el cerebro (ese cabrón, a veces) no puede ser tratado sin tener en cuenta al cuerpo y al entorno.


Referencias:


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